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Motivación en el aula y en casa


Una de las técnicas que educadores y padres podemos aprender a utilizar es modificar la forma de pensar de alumnos y alumnas sobre los éxitos y los fracasos. El empleo de esta técnica se basa en este supuesto: para que el alumno se sienta a gusto con la tarea y la acepte debe experimentar que progresa. Esta experiencia sólo se logra si esas mismas tareas se afrontan como las afrontan los alumnos más motivados.

Para conseguir esto hay que crear un clima determinado con respecto al trabajo, modificando una serie de creencias o patrones mentales que pueden estar equivocados. Las ideas que han demostrado ser más eficaces y a las cuales sería conveniente dirigir a los alumnos, son las siguientes:


  • La persona que quiere superarse no espera que le digan lo que tiene que hacer, sino que se pone sus propias metas y trabaja por conseguirlas. ¿Cómo podemos padres y educadores reforzar esta idea en ellos? Por ejemplo, enseñándoles a diseñar metas y objetivos y vincularlos con sus deseos, intereses y valores.

  • Cuando surgen dificultades, se divide la tarea en partes más pequeñas de menor dificultad. Aquí podemos recordarles las partes que sigue un proceso, la resolución de un problema, o poner ejemplos de casos anteriores donde hemos aplicado esta técnica.

  • La persona que quiere superarse cambia el “no sé” por “¿cómo puedo hacerlo?”.Podemos ayudarles a buscar alternativas sin desechar en principio ninguna.

  • La persona que quiere superarse no duda en pedir ayuda si la necesita realmente. Podemos impulsar que nos pidan ayuda cuando es necesaria mediante la escucha activa y la empatía.

  • La persona que quiere superarse pide que le enseñan  a hacer las cosas por sí misma, no que se las hagan. Igualmente, mediante la escucha activa y la asertividad, podemos negarnos a hacer lo que nos piden y explicarles  detalladamente cómo hacerlo, para que luego lo hagan las veces que sea necesario.

  • La persona que quiere superarse, ante los errores piensa: “¿qué puedo aprender de este error?”, “¿Cómo puedo evitarlo en el futuro?”. Podemos ayudarles a cuestionar sus creencias de fracaso, sobre todo cuando están vinculadas a su forma de ser: “Soy un fracaso”. Esto último nunca es cierto. Las personas cometemos errores, no somos el error. Hay que procurar que la persona se responsabilice de averiguar qué tiene que cambiar para mejorar.

  • La persona que quiere superarse aprende a compensar sus limitaciones buscando los medios necesarios. Debemos ayudarles a buscar alternativas o cambiar hábitos.

  • La persona que quiere superarse disfruta cuando progresa, por si misma, sin necesidad de compararse o ganar a otros. Podemos reforzar esta emoción preguntándoles cómo se han sentido, qué han aprendido, etc,…..


Las ideas anteriores, y otras parecidas, pueden transmitirse y trabajarse en el ejercicio de actividades cotidianas, tanto en el aula como en casa. Su uso recurrente puede facilitar un clima que facilite la percepción de progreso y por ende, la motivación.

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