La falacia del francotirador (también llamada falacia del francotirador de Texas) es una falacia lógica donde la información que no tiene relación alguna es interpretada, manipulada o maquillada hasta que ésta parezca tener un sentido.
El nombre viene de un tirador que disparó aleatoriamente varios tiros a un granero y después pintó una diana centrada en cada uno de los tiros para autoproclamarse francotirador.
Tiene que ver con el sesgo cognitivo Ilusión de serie o apofenia donde las personas tienden a ver patrones donde solo hay números aleatorios.
Ejemplo:
Alguien sueña con el número 7
No sale el 7 , sale el número 362
Se da por confirmada la premonición, alegando que 3+6-2 es igual a 7
Te suena el ejemplo, ¿verdad? Muchísimas teorías de la conspiración se basan en este fenómeno. Lo que hacen es relacionar fenómenos, experiencias y datos aleatorios de tal forma que no parezcan tan aleatorios. Se integra dentro de un marco teórico absolutamente artificial y sacado de la manga, obviando las múltiples pruebas que puedan confirmar lo contrario.
Los políticos y los medios de comunicación utilizan el mismo principio. Intentan dotar de sentido a una serie de hechos, maquillándolos o sacándolos de contexto para que parezcan Lo que ellos quieren Que parezcan. La estrategia incluye obviar o enmascarar los cientos o miles de datos que podrían refutar la hipótesis que nos quieren vender.
El manipulador sabe muy bien Que la falacia del francotirador funciona debido a nuestra innata tendencia al sesgo de confirmación. Atendemos solo aquella información Que confirma nuestras expectativas previas, creencias o valores. Todo lo que contradice esas expectativas creencias o valores tenemos a no escucharlo o a restarle cualquier tipo de importancia.
Cuando sólo nos fijamos en aquello que coincide con lo que queremos creer, nos quedamos ciegos ante aquello que no coincide y acabamos viendo patrones donde no los hay, igual que en el ejemplo de los números.
En ocasiones, cuando hay pocos datos en las medidas que analizamos, es fácil ver patrones. Un ejemplo son las estrellas. Miras al cielo y su posición, aunque sea aleatoria, nos indica grupos de estrellas, patrones a los que llamamos constelaciones.
Cuando tengo una idea predispuesta ya sobre un asunto, nos resulta sencillo fijarnos solamente en aquellos datos que confirman esta idea. Es más fácil crear un patrón con pocos datos, con lo que mi idea se refuerza. Por ejemplo, si quiero confirmar la idea de que todos los ricos son malos y egoístas seleccionaré sin darme cuenta aquellos datos (pocos y y aleatorios) que supuestamente confirmen esta idea. En un corto espacio de tiempo habré creado un patrón que se integrará en mi cabeza como una semilla que irá desarrollando y fortaleciendo mis ideas previas. La película "Origen" de Christopher Nolan explica muy bien este fenómeno: cómo podemos arraigar una idea en la mente de una persona hasta el punto de que condicione toda su vida.
Esta falacia se nos mete en la cabeza y nos impide ver la realidad. Hay tres máximas que tenemos que intentar aplicarnos para evitar esta falacia:
Evitar querer tener razón: Querer tener razón nos obligará a buscar datos que la confirmen, sin fijarnos en el resto. Busca la verdad y olvídate de tener razón. Lo que importa es el conocimiento, no tu ego.
Buscar de forma consciente los datos que contradigan tu teoría. Por supuesto, podemos tener una teoría y querremos comprobarla. Pero la manera de comprobarla no es viendo qué datos la confirman, sino que no hay datos que la contradigan. Para ello, aunque duela, sumérgete en teorías contrarias a las tuyas. Volviendo a la política, si eres liberal, estudia a los economistas socialistas. Si tu tendencia es marxista, lee a los liberales de la escuela austriaca. Tal vez modifiques tu visión global de las cosas por un punto de vista más rico y amplio.
Tener siempre presente el concepto de cantidad de datos necesarios. Con pocos datos formamos un patrón. Aquí donde nos enganchan y manipulan constantemente los medios. Es justo al revés. Lo que importa es la cantidad de datos. Cuando ampliamos el rango de información nos solemos dar cuenta de que la realidad no es tan simple como pensábamos. Y evita que caigamos en dogmatismos infantiles, sean del tipo que sean o del color que sean.
Aplicando estas tres reglas podemos “inmunizarnos” ante esta falacia tan dañina.
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