Hace poco me contaron un chiste que me encantó: una chica conoce a un chico en una discoteca y le pregunta:
“¿Cómo te llamas?
Él, engolando la voz y haciéndose el interesante, responde:
“No soy…ni el ayer…ni el mañana”.
Ella, desconcertada, dice:
“¿Qué?”
Y él responde:
“No…que me llamo ELOY”.
Buen chiste.
Ahora bien, el chiste tiene sentido y gracias si se cuenta. NO si se lee, como acabas de hacer. La razón es evidente. La confusión producida por las palabras “el hoy” y “Eloy” no tiene tanta gracia si las vemos escritas, en vez de escucharlas.
La comprensión lectora es clave en nuestras vidas. Clave cuando uno quiere avanzar en adquirir mejor conocimiento. Clave para aprender mejor cualquier cosa.
Una vez tuve una discusión con el orientador de un colegio reputado acerca de estos temas. Él afirmaba que hoy en día había que centrarse más en formar a los chavales en expresión oral y en hablar al público, y que la lectoescritura y las técnicas de estudio no eran tan importantes.
Toma castaña!
Yo intenté convencerle sin perder los nervios de que no eran disciplinas separadas y que van muy de la mano. Están indisolublemente unidas. De hecho, aprender a leer y escribir mejor te ayudaba a convertirte en un orador imbatible. Y quizá no tanto al revés.
Lo cierto, es que el hombre, se quedó enseguida sin argumentos después de mi defensa de la lectura y la escritura.
Sigo pensando sinceramente todo lo que le dije.
Por supuesto que hay otras habilidades que tenemos que desarrollar, pero aprender a leer, estudiar y escribir te puede convertir en una persona imparable en muchos contextos a los que te tienes que enfrentar en la vida.
¿Cómo puedes empezar a conseguirlo?
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