Más allá de la creación de esquemas, diagramas y otros formas de organizar la información, alguna más útiles que otras, existe una peculiar herramienta que podemos usar para el estudio.
Lo interesante de la misma es que su uso no se limita al estudio. Es un arma de pensamiento que puedes usar tanto en tu vida académica, como profesional, como personal.
El creador y desarrollador de los mapas mentales, el genial Tony Buzan, pensó que la mejor forma de organizar la información es hacerlo en la manera en que funciona mi cerebro. ¿Y cómo es este funcionamiento? La respuesta básica es que nuestro cerebro de forma circular, a base de conceptos, de relaciones, y a base de colores, símbolos y formas. Si esta misma forma de funcionar la plasmamos en un papel, la consecuencia es que nuestro aprendizaje se acelera.
Por usar una definición más técnica, podemos tomar la de Wikipedia: “Un mapa mental es un diagrama usado para representar las palabras, ideas, tareas y dibujos u otros conceptos ligados y dispuestos radialmente alrededor de una palabra clave o de una idea central. Los mapas mentales son un método muy eficaz para extraer y memorizar información. Son una forma lógica y creativa de tomar notas y expresar ideas, que consiste, literalmente, en cartografiar sus reflexiones sobre un tema. Se utiliza para la generación, visualización, estructura, y clasificación taxonómica de las ideas, y como ayuda interna para el estudio, planificación,organización, resolución de problemas, toma de decisiones y escritura.”
Como ves, las aplicaciones pueden ser múltiples.
“Un mapa mental se obtiene y desarrolla alrededor de una
palabra o texto, situado en el centro, para luego derivar en ideas, palabras y
conceptos, mediante líneas que se trazan hacia alrededor del título; el sentido
de estas líneas puede ser horario o anti-horario; es un recurso muy efectivo
para evaluar la relación entre distintas variables. El gran difusor de la idea
del mapa mental fue Tony Buzan en 1974 con su libro "Use Your Head.”
El material básico de un mapa mental son las palabras clave, las imágenes y las asociaciones.
El material básico de un mapa mental son las palabras clave, las imágenes y las asociaciones.
El mapa mental comienza desde el centro. Veamos los pasos a seguir:
En una hoja en blanco apaisada ponemos en el centro la idea central o foco. Desde el centro y hacia el exterior van a irradiar distintas ramas con las ideas principales del tema o asunto. Las ramas o líneas que traces deben ser curvas. Las líneas rectas no excitan a nuestro cerebro. Las curvas sí. El conjunto debe parecer algo orgánico vivo.
El número ideal de ramas principales debería estar en 6 ó 7. Si tenemos más información siempre podemos hacer varios mapas mentales en vez de uno, o pensar nuevas formas de organizar la información.
Cada una de las ramas principales debe contener encima una palabra clave o un grupo muy pequeño de palabras. De estas ramas principales partirán otras con las ideas secundarias. Si necesitamos añadir más niveles añadiremos un tercer nivel de ramas, y así sucesivamente.
La forma tradicional de hacer los mapas mentales consiste en asignar un color a cada brazo del mapa, es decir, a toda la rama principal con sus siguientes niveles. Todas del mismo color. Así, cada brazo del mapa se distingue por su color. Otra forma de hacerlos es un color distinto a cada nivel del mapa. Así, asignaríamos un mismo color a todas las ramas principales, otro a las secundarias, otro a las terciarias, etc,……
El mapa va siempre de más a menos: a medida que añadimos niveles, el nuevo nivel tiene las ramas más cortas y finas y la letra más pequeña. Lo ideal es escribir en mayúscula las palabras de las ramas principales, y en minúscula los siguientes niveles. Es muy importante esta sensación visual de más a menos, para que el mapa sea manejable.
Como norma, el elemento verbal del mapa, es “una sola palabra”. No siempre será posible, con lo que siempre podemos añadir aclaraciones, explicaciones, etc, cuando el concepto lo requiera.
Sentido de lectura: el de las agujas del reloj. Comenzamos la primera rama por la derecha un poco más arriba de la parte central de la hoja. Continuamos en el sentido citado hacia abajo.
Además de las ramas, los colores y las palabras clave, un mapa mental puede contener:
Iconos.
Dibujos.
Símbolos.
Flechas y elementos de relación.
En definitiva, todo lo que ayuda a la comprensión visual de un solo golpe del tema en cuestión.
Si nos atenemos a su uso para el estudio, podemos usar la información para organizar la información de:
Un libro entero.
Un módulo o un grupo de temas.
Un tema entero.
Un epígrafe o apartado.
Para organizar la información de un tema, por ejemplo, tendremos que seguir una serie de pasos previos:
Hacer un lectura comprensiva.
Organizar la información en bloques mediante títulos a los párrafos y un buen subrayado.
Una vez sé cuáles son los bloques principales de información o las ideas principales, éstas constituirán las ramas principales de nuestro mapa. El orden de las ramas será el que nos dicte la lógica o el propio orden del texto. A veces en los textos nos encontramos información dispersa que debemos agrupar en un mismo bloque de información. El mapa mental nos permite hacer esto de una forma cómoda y muy visual.
Para investigar la creación y practica de mapas mentales te recomiendo un software gratuito, que no es otro que IMINDMAPS: https://imindmap.com/software/
Aunque te recomiendo que los hagas también en papel cuando se trata de temas de estudio. Por la sencilla razón que te comentaba antes: poder asignar un color distinto a cada nivel de conceptos, no a cada rama del mapa.
Pasos a seguir:
En el centro de la hoja, coloca la idea central (Objetivo) y remárcala (encierra en un círculo o cartucho). Puedes añadirle dibujos, conceptos visuales, adornos, etc,…
A partir de esa idea central, genera las distintas ramas con las ideas principales del tema de estudio. Si esas ideas siguen un orden lógico, seguiremos el sentido de las agujas del reloj, colocando la primera rama en la parte derecha superior de nuestro mapa.
Acomoda esas ideas alrededor de la idea central, evitando amontonarlas.
A partir del primer nivel de ideas, sacamos nuevas ramas más pequeñas que enlazarán a ideas secundarias, que podemos remarcar, encerrándolas en círculos, o subrayar con colores.
Si hay un tercer nivel de ideas, repetiremos el mismo proceso, siempre con las ramas, la letra y los círculos más pequeños.
Colorear: cada nivel de ideas de un color y siempre el mismo. Acompañamos todos los conceptos que queramos de dibujos, adornos, símbolos y relaciones.
No te limites. Si se acaba la hoja pega una nueva. Tu mente no se guía por el tamaño del papel.
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